Por García Canal, María Inés
“Borges en la obra de Michel Foucault” En Revista “El ágora”
Numero 6, julio 1997
Siempre hay un sueño ajeno que alguna vez nos soñó; siempre existe un no-pensado que el yo piensa, dejando de ser un certero y seguro yo. El yo es una delusión, nos dirá Borges.
En el prologo a la edición Gallimard (1967), de las tentaciones de San Antonio de Gustav Flaubert que Foucault titula, en una de sus versiones, la biblioteca fantástica, se deja oír, ya desde su misma nominación, ese rumor borgiano que nos conduce, sin extravíos a recordar La Biblioteca de Babel, celebre cuento de su libro Ficciones, biblioteca conjeturalmente infinita, biblioteca cuyo centro es cualquier hexágono, transitada día y noche, siglo tras siglo por bibliotecarios perdidos en la inmensidad, biblioteca que algunos llaman el universo.

Podemos jugar con la letra, podemos leer a Borges desde Foucault, o bien leer a Foucault desde Borges. Podemos hacer también el juego a la inversa, leer a Borges teniendo a Foucault como mándala, el lirismo de sus frases será siempre, al leer a Borges, un recuerdo circular.
Envíos y re-envios constantes, placer y goce se conjuntan. “Esto es precisamente el intertexto: La imposibilidad de vivir fuera del texto infinito”, fuera de la Biblioteca de Babel, fuera de la biblioteca fantástica, ya que no debemos olvidar que “para soñar, no hay que cerrara los ojos, hay que leer. La verdadera imagen es el conocimiento.